El Príncipe, Capítulo XV al XXI
QUINTA PARTE: DEL COMPORTAMIENTO DEL PRÍNCIPE
Capítulo XV.- De aquellas cosas por las que
los príncipes son alabados o censurados.
Es en este capítulo donde Maquiavelo hace su distanciamiento
de la escuela idealista representada por Platón, y da pauta para intuir su
escuela eminentemente realista, pues declara que prefiere ir por la verdad efectiva de la cosa, es decir por lo
real, en lugar de lo ideal.
Entre otras cosas, dice que aquel que cambia lo que se hace
por lo que se debería hacer, pues el hombre que desee obrar siempre bien, se
perderá en algún momento entre el resto, pues la mayoría no obra bien, sino
mal. Así, condena las virtudes tan ensalzadas por los griegos, y tajantemente
categoriza que cualquier hombre que desee ser príncipe debe educarse y deberá
saber no ser bueno, pero practicar todo aquello que le garantice la permanencia
en el poder, y evitar aquellas actitudes que le ganarían la pérdida de la
dignidad que le inviste.
Capítulo XVI.- De la prodigalidad y de la
avaricia.
De manera categórica, y simple,
el autor nos menciona que aquel príncipe que es pródigo, manirroto y
derrochador, y peor aún, si lo es desde antes de entrar en el poder, verá la
ruina, si no se torna tacaño. Esto, debido a que mientras más se practique la
prodigalidad, más difícil será mantenerla, y el príncipe se verá obligado a gravar
con nuevos impuestos al pueblo, lo cual será negativo para él mismo. En cambio,
el príncipe que desde un inicio sea tacaño, ahorrador y amasador, podrá
sustentar guerras, batallas, empresas y diversos actos que se verán grandes y
nobles, pues no existirá la necesidad de gravar constantemente con tributos
nuevos al pueblo.
Capítulo
XVII.- De la crueldad y la clemencia; y si es mejor ser amado que temido, o ser
temido que amado.
Al igual que en capítulo
anterior, el autor zanja la cuestión de manera simple: Como el amar depende de la voluntad de los hombres y el temer de la
voluntad del príncipe, un príncipe prudente debe apoyarse en lo propio y no en
lo ajeno, evitando siempre el odio.
Es pues, cosa juzgada, ya que,
en la disyuntiva de si es preferible ser amado o ser odiado entre el pueblo,
Maquiavelo declara que la mejor vía es la tercera, es decir, el ser temido, y
entre tus tropas, es preferible ser tomado por cruel para mantener el orden y
la disciplina de la milicia.
Capítulo XVIII.- De qué modo los príncipes
deben cumplir sus promesas.
En esta sección, Maquiavelo nos menciona que el Príncipe que
no cumple con sus promesas es el que más logra acometer, y hace énfasis en la
naturaleza dual del Ser Humano, como Hombre y como Bestia, e insiste, nuevamente
en dualismo, en que el Príncipe deberá saber comportarse como león y como
zorro.
A su vez, da otro argumento maquiavélico, pues considera que
es preferible simular tener virtudes a
en verdad tenerlas, pues un Príncipe debe de mostrarse piadoso y misericordioso,
pero tiene que estar dispuesto a ser todo lo contrario, insistiendo, naturaleza
dual del Ser Humano. Considérese, de lo más reciente que ha habido en el país,
la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto, en la cual se comprometió
inclusive ante Notario Público, a realizar diversas acciones para mejorar al
país, las cuales, no ha cumplido, o bien, no han sido los resultados esperados.
Capítulo XIX.- De qué modo se debe evitar
ser despreciado y odiado.
Una de las principales preocupaciones de un príncipe es la
de garantizar dos de las funciones vitales del Estado; la primera de ellas, es
el mantener el orden interno, y la segunda, ser respetado en el exterior.
Luego, debe hacerse estimar por los nobles sin hacerse odiar por el pueblo,
siendo que, si es odiado por alguna de estas partes, deberá irse con los
numerosos, y si no, con los fuertes.
Capítulo XX.- Si las fortalezas, y muchas
otras cosas que los príncipes hacen con frecuencia son útiles o no.
En este capítulo, el autor divaga más que en el resto, pues
parece no poder especificar realmente la importancia de las fortalezas, pues
revuelve otros temas sobre los cuales ya había versado anteriormente, solo
comenta que efectivamente una plaza fortificada será más resiente que una no
fortificada.
Capítulo XXI.- Como debe comportarse un
príncipe para ser estimado.
El autor menciona que a los Príncipes más estimados, se les
conoce por los grandes actos y empresas que realizan, pues se esfuerzan en
parecer magnánimos y virtuosos en cada uno de sus actos, ya sea que realicen
una obra pública, declaren la guerra o promuevan algún cambio ideológico, el
Príncipe debe de causar el furor y encender los corazones de sus súbditos. En
su administración, debe manifestarse todos los consejos que previamente se han
dado, para que la misma sea exitosa y el principado tenga una administración
correcta y eficiente.
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